martes, 26 de enero de 2010

LA MORTALIDAD DE LAS HADAS, PARTE 1



Un tema discutido y discutible es la mortalidad de las hadas, ¿son mortales como los humanos o inmortales como los dioses? En este tema, salvo excepciones, parecen todos ponerse de acuerdo en afirmar que las hadas son mortales, pero eso sí, su vida es mucho más larga que la nuestra.

Recordemos que su tiempo no es el mismo que el nuestro, que un año en la vida de un hombre es un día en el mundo de las hadas. El tiempo, al transcurrir tan lento, hace que tarden mucho en envejecer y en morir. Esta lentitud del tiempo puede provocar la sensación de que no transcurre, de que no envejecen, y que no mueren.

Pero no es cierto. No hay que equiparar la muerte de las hadas con la de los humanos; las hadas simplemente desaparecen. Para que una Asrai muera, es suficiente con que le dé la luz del sol, que la disuelve en agua, y cuando el agua se seca desaparece. Para matar a una Dríade basta talar el árbol en el que ella vive, al matar el árbol muere con él su hada.


Hay personas que aseguran haber presenciado el funeral de un hada, una procesión de pequeñas criaturas llevando un cuerpo sobre un tálamo hecho de flores. Coincido con algunos autores en la opinión de que no es un funeral real, sino que sólo están jugando a imitar a los hombres. Dos pensamientos me llevan a opinar esto: uno, las hadas no ven la muerte como los hombres, no es algo doloroso, por lo que no tendría sentido verlas realizar algo serio como una procesión, más propio sería ver un baile como muestra de alegría por la muerte, no una procesión en silencio llevando un cuerpo; y dos, se sabe que muchas de las hadas desaparecen al morir, lo que no les permitiría llevar su cuerpo a ningún sitio.


El mundo humano y el élfico se muestran completamente opuestos en en el pensamiento. Parece ser que en el mundo élfico no podemos hablar de un pensamiento construido como tal, sino que sólo podemos hablar de conductas, modos de actuar.


Según afirman las hadas no tienen alma, por lo que es más fácil de comprender que tengan una conducta tan diferente de la humana. Al parecer, las hadas no tienen un alma individual, sino colectiva, lo que explicaría mucho de su forma de actuar.

Explicaría su deseo de tener un alma el que en ocasiones se muestren traviesas o malas con el hombre, fruto de la envidia, o también el que anhelen por otro lado unirse a los hombres. El matrimonio con un hombre les daría un alma, por eso es tan terrible para la ley de las hadas el casarse con un hombre, porque se alejan del alma colectiva que las une a las demás.

En algunos relatos de matrimonio entre hada y mortal, el hada le pone como condición que jamás le diga lo que oye cuando pasa de nuevo por el sitio donde la recogió, que nunca le diga lo que están diciendo sus hermanas, porque entonces tendría que volver. Normalmente lo que suelen decir es “vuelve con los tuyos”, entre llantos. El dolor que sienten sus hermanas nos confirma la traición que supone para las hadas el que un hada se case con un mortal.

lunes, 4 de enero de 2010

DUENDES ALEMANES



En el folclore alemán existía la creencia de que los duendes eran aquellos bromistas dañinos que podían causar enfermedades a los ganados y a la gente, además de provocar pesadillas a los durmientes. La palabra alemana para un “mal sueño” es “Albtraum”, que significa “sueño del duende”.

Por otra parte, la forma arcaica Albdruck quiere decir la “presión del duende”. Por aquel entonces se creía que las pesadillas eran la consecuencia de que una de esas criaturas se sentara sobre la cabeza del durmiente. Este aspecto de la creencia alemana en los duendes corresponde en gran parte a la superstición escandinava sobre el “mara”.Es también similar a las leyendas relacionadas con los demonios incubus y sucubus.

En otras historias, el rey duende aparece de tanto en tanto rodeado de su séquito de elfos. Por lo general, se presenta entre las mujeres de Dinamarca y de Suecia. En la gran epopeya alemana de la Edad Media -el Nibelungenlied- un enano llamado Alberich juega un papel importante. “Alberich” se traduce literalmente como “duende soberano”, que más tarde evolucionará hasta significar “duende-enano”. Esta modificación ya se observa en las tempranas Eddas.

Vía el Alberon francés, el mismo nombre se ha incorporado al inglés como Oberon, rey de duendes y hadas en la comedia dramática “Sueño de una noche de verano”, de William Shakespeare.

La leyenda de Der Erlkönig parece haberse originado en épocas bastante recientes en Dinamarca. Göethe basó su poema en “Erlkönigs Tochter” (la “hija de Erlkönig”), un trabajo danés traducido al alemán por Johann Gottfried Herder.

La naturaleza del Erlkönig ha sido tema de debate. El nombre se traduce literalmente del alemán como “rey Alder” mucho mejor que su traducción inglesa más habitual: el “rey duende”. En el alemán pasó a convertirse en Elfenkönig. Por otra parte, se ha sugerido a menudo que Erlkönig es una mala traducción del Elverkonge del danés original o del elverkonge, que significan “rey duende”.

De acuerdo con el folklore alemán y danés, el Erlkönig es retratado como un presagio de la muerte, como el hada maligna de la mitología irlandesa.

El Erlkönig se aparecerá solamente a la persona desfalleciente, ya en su lecho de muerte. Su forma y expresión también explicará a la persona qué clase de muerte tendrá: una expresión dolida significa una muerte dolorosa, expresiones pacíficas significan una muerte pacífica.
Este aspecto de la leyenda fue inmortalizado por Göethe en su poema Der Erlkönig, que fue más tarde musicalizado por el compositor clásico Franz Schubert.

En el cuento de hadas de los hermanos Grimm, Der Schuhmacher und die Heinzelmännchen, un grupo de pequeñas criaturas desnudas llamadas Heinzelmännchen ayudan a un zapatero a realizar su trabajo.

Cuando él recompensa su labor con pequeñas vestimentas, quedan tan encantados con su regalo que corren muy lejos y nunca se los vuelve a ver otra vez.

Aunque los Heinzelmännchen están relacionados con seres parecidos a los kobolds y enanos, el cuento se ha traducido al inglés como El zapatero y los duendes (probablemente debido a la semejanza de los Henzelmannchen con los Brownies escoceses). Se retoma la historia en la serie novelística Harry Potter, de J.K. Rowling.