viernes, 21 de agosto de 2009

La leyenda de los Duendes en Veracruz




Dicen que el primer duende fue un angelito que vivía feliz en el cielo haciendo travesuras. Un día que la Virgen salió a pasear por las nubes, el angelito se sentó en el trono de Dios Padre, a pesar de que se lo habían prohibido.

Cuando la Virgen regresó, lo encontró ahí risa y risa, y lo acusó con Dios Padre; éste lo castigó quitándole las alas y mandándolo a la Tierra. Sin intimidarse ante el castigo, el duende se dedicó a hacerles travesuras a los hombres.

Aquí los duendes se multiplicaron, hasta que los hubo de todos los colores, unos hombres y otros mujeres; pero casi siempre se visten de verde, pues eso les facilita esconderse entre las plantas. Hay un duende al que llaman el Sombrerón, porque siempre anda con un gran sombrero de alas muy anchas que casi le tapa los ojos.

A veces los duendes juegan a volverse invisibles. Viven en cuevas cercanas a donde hay agua, entre barrancas y despeñaderos. Son los señores del monte y los dueños de los árboles, las plantas y los tesoros escondidos.

Todos los animales que corren sobre la tierra, que vuelan por los aires y que nadan en los arroyos son de los duendes. Por eso éstos roban sus perros a los cazadores: para que no dañen las plantas ni maten a los animales.

A los perros los vuelven mansos dándoles bien de comer, para que no persigan a los conejos, a los armadillos o a los venados, que son los animales preferidos de los duendes.

Les gusta mucho jugar con los niños. Cuando algún chiquillo les llama la atención, se le aparecen y comienzan a ganarse su confianza ofreciéndole dulces, frutas y regalos nunca vistos. Poco a poco lo atraen a lugares donde hay agua; allí lo sumergen y luego se lo llevan a sus cuevas que están más allá del agua.

Las cuevas son mágicas, sin puertas ni ventanas. No tienen por donde entrar ni por donde salir; sin embargo, no dan miedo porque el tiempo no pasa y los días son lo mismo que las noches.




Además, siempre hay una mesa con comida sabrosa y calientita, y una hamaca donde acostarse a descansar y a dormir. El duende no hace daño alguno, ni siquiera se aparece, y sólo él decide si un niño vuelve con sus padres o se queda con él para siempre.

En las noches, se meten en la cocina a tirar los trastos o se suben al tapanco de la casa a brincotear asustando a toda la familia.

En Veracruz existen unos duendes a los que se llama chaneques; andan siempre cerca de los arroyos y riachuelos brincando y bañándose encueraditos.

Cuando algún campesino los encuentra, gritan y brincotean para asustarlo; el pobre hombre se enferma del susto, le pegan calenturas y pierde las ganas de comer. Para que sane, un curandero tiene que limpiarlo con sahumerios de copal y con cantos.

A pesar de ser tan traviesos, los duendes también acostumbran ayudar a los que se vuelven sus amigos. Los que quieren sus favores hacen un pacto con ellos: van a lo más apartado del monte a llevarles regalos, como elotes, agua, carne... y les rezan la oración del encantado. Algún duende les contesta que está de acuerdo echando tres chifliditos; o responde mandándoles venados y dejando que encuetren los tesoros de las cuevas.

A los duendes se les puede rezar a las siete de la noche, los domingos, los lunes y los martes, pero sin que nadie lo sepa.

fuente: Texto: Ma. Teresa de Ma. y Campos

1 comentario:

  1. Unanse a mi pagina tengo no solo historias de duendes sino de todo un poco, almas en pena como muñecas que cobran vida busquenme en FACEBOOK "Historias de Terror cortas"

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