jueves, 14 de febrero de 2013

EL HABITAT DE LOS DUENDES

No es fácil describir las preferencias de los duendes acerca de los lugares que eligen para vivir, dada la gran variedad de clanes y familias que existen entre ellos. Por ejemplo, no son infrecuentes los casos en que los duendes deciden adoptar a una familia humana y vivir en su casa, en cuyo caso resultan sumamente útiles y serviciales, mientras se los retribuya adecuadamente, aunque no son demasiado pretenciosos, y se conforman con un plato de crema o de leche y una hogaza de pan fresco cada noche. Sin embargo, y a pesar de los muchos ejemplos de duendes domésticos, la mayoría de ellos prefiere vivir en lugares apartados, lejos de la gente, por lo general en pantanos inaccesibles, bosques impenetrables o cuevas y minas abandonadas, en especial donde existen yacimientos de metales preciosos o diamantes. No obstante, rara vez edifican una casa o choza, sino que adaptan sus necesidades al lugar elegido, que puede ser un nido de pájaro carpintero abandonado, una madriguera deshabitada o, simplemente, un confortable hueco suficientemente espacioso entre las raíces de un árbol añoso. En general los duendes prefieren adaptarse a sus necesidades antes que ellos construirse una casa nueva. Si no se han vinculado a una vivienda humana, suelen elegir una madriguera o colmena abandonada, el hueco de un árbol o una cueva bien abrigada. Eso no solo les permite ahorrar tiempo que dedicar a ocupaciones más provechosas e interesantes, sino que necesitan tan pocos accesorios para camuflar sus moradas entre el paisaje circundante que puede hallarse uno a pocos pasos de una sin verla. A menudo instalan su vivienda en lo más profundo de matorrales espinosos, razón por la que no hay que tocarlos. Sus lugares preferidos de encuentro son los círculos de setas (hongos) y se dice que si se pisa dentro de uno de ellos con un pie mientras los duendes se hallan reunidos invisiblemente allí, podrá verlos con claridad. Pero si pisa con los dos pies puede convertirse en su prisionero y tendrá que obedecer sus órdenes. Eso no acarrea un gran peligro, a menos que les haya ofendido gravemente; se limitaran a reírse a su costa. Pero es posible que más tarde recupere usted el sentido con la sensación de haber sido apaleado y magullado, sin la menor idea de lo que le ha sucedido o de cómo ha empleado su tiempo. En realidad, únicamente los duendes más pequeños instalan su morada en setas. También es necesario aclarar que esta clase de criaturas puede permanecer unida a una familia durante siglos.

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