jueves, 14 de mayo de 2009

HADA DE LA PRIMAVERA



Brawen Debido a su juventud y hermosura, los antiguos celtas consideraban a Branwen, hija del Dios de las aguas Manannan y esposa del legendario rey irlandés Mathowch, el símbolo de la primavera repleta de vida y color. En la mitología celta, Branwen es una de las tres matriarcas de Bretaña y Diosa del renacimiento y de la regeneración. Por ello, uno de sus atributos es el caldero, que, al igual que el Grial, contiene la esencia misma del despertar y la vida.

El hermano de Branwen es Bran, Dios del sol y Señor de la profecía y las artes, así como de las batallas. Branwen se enfrenta a Caillech, la Reina del invierno, en el festival de Beltaine (uno de mayo), que da la bienvenida a la primavera. En la contienda sale vencedora Branwen, que, sentada en su trono de flores, pasa a presidir el ritual en que se encienden hogueras coronadas con largas pértigas, símbolos de los robles sagrados. Dado que la primavera se ha interpretado, tradicionalmente, como la metáfora del despertar de la pasión amorosa, hay quien compara Branwen con la Diosa griega Afrodita (Venus para los romanos), Diosa del amor.

Lo cierto es que los jóvenes enamorados acuden a ambas diosas para rendirles culto y recibir sus dones. Afrodita, al igual que Branwen, regia también la fiesta de la primavera, que en la antigua Grecia se celebraba el uno de abril. En este festival, no solo se celebraba la gracia y la hermosura de la naturaleza, sino también el amor imperecedero y el deseo amoroso, que, según se creía, rebrotaba con fuerza en esta estación del año. Por su identificación con la Diosa grecorromana, Branwen se conoce también con el nombre de " Venus de los mares y de las tierra del norte”. En algunas culturas, la reina de la primavera se considera el heraldo del Dios del sol, al que precede o sigue en su aparición. Según una antigua leyenda, equivalente a la de la Diosa griega Afrodita, Branwen surgió de las aguas del mar, alumbrado por los rayos del sol. Los colores que se atribuyen a Branwen son el rosa, verde y el azul celeste y las piedras preciosas, el aguamarina y la turquesa, Branwen es, además, un símbolo claramente femenino y se erige en guardiana de la fecundidad.

Las Hadas del Verano : El 21 de junio, cuando el sol alcanza su máxima separación boreal, llega el verano y muchas plantas y flores, como la hierba de san Juan, el botón de oro, la hierba de san Roberto, el nomeolvides, la amapola, la dedalera, el trébol blanco, el solano, el brezo, la hierba de carpintero, la escabiosa, y tantas otras, crecen en todo su esplendor gracias a la energía de sus hadas guardianas, que ayudan a transmutar sus elementos químicos. Las hadas de las flores aman esta estación del año y se entregan a toda clase de juegos.

Se persiguen unas a otras, se columpian de las ramas de los árboles o hacen cabriolas en el aire para demostrar su alegría veraniega. En las horas de descanso, se tienden en los prados para degustar sabrosos frutos y exquisitos pasteles, luego toman baños de sol, sestean o se balancean sobre las aguas de los arroyuelos, hasta que llega la gran fiesta del verano, la noche de san Juan, la más corta del año.

Esta celebración mágica da comienzo en el ramaje del limero, de donde descienden las hadas, una a una, para formar un corro en torno a una resplandeciente hoguera de ardientes y purificadoras llamas que invitan a las hadas a danzar alrededor del fuego. Y las hadas giran y giran, cada vez más rápido, al tiempo que entonan cánticos de júbilo con sus suaves voces, hasta que llegan las primeras luces del alba y cada una regresa a su flor o a su planta. Y es que la noche de san Juan esta llena de magia: las propiedades curativas de las hierbas son mejores, las plantas crecen con mayor empuje y pueden suceder todo tipo de acontecimientos sorprendentes; por ejemplo, que los humanos vean a las hadas, que durante el resto del año permanecen invisibles para ellos. Esta celebración feérica del solsticio de verano tiene su parangón en la tradición celta con Lughnasadh o fiesta consagrada al dios irlandés Lug, LLew en Gales, y Lugus en Bretaña. En otras culturas, todavía hoy se celebra la vigilia de san Juan con grandes hogueras, fuegos artificiales y atronadores petardos, que dan la bienvenida al verano.

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