lunes, 20 de abril de 2009

ALUXES



En las noches cuando los hombres se entregan al sueño hay criaturas que salen al mundo.

Los Aluxes brotan a la luz de la luna. Pocas personas los ven, porque son ágiles, ligeros y traviesos. Su vida es un continuo jugar. Les gusta chapotear en las aguas, siempre están sonrientes y con ganas de desconcertar a los humanos.

Si de casualidad topan con gente empiezan a molestar con travesuras, tiran piedras y esconden pequeños objetos. Con sus risas descontrolan la serenidad y si se asustan, son capaces de armar una algarabía mayúscula.

En esos momentos hay que permanecer tranquilos a sabiendas de quién se trata. Hay que tener paciencia y tratarlos con bondad. Si se hace, se tiene asegurado el porvenir. Las noches no se van a ver inquietadas con la idea de que un mal viento pueda arrasar la casa. Ellos van a estar allí para protegerla. O que una plaga de ratones termine con el maíz del granero. Los Aluxes no lo permitirán.
Se dice que fueron creados por los campesinos a través de un rito especial, para que cuiden sus cultivos.

Pero si alguien piensa que se trata de animales o de malos espíritus y trata de ahuyentarlos se vengarán bailando en la milpa hasta destruir los sembradíos o armarán tal alharaca que la quietud de las noches se perderá para siempre.

Desde tiempos inmemoriales han convivido hombres y Aluxes. Como no los vemos en el día no hay una idea clara de cómo deben ser tratados. La tradición nos lo dice:

Hay que regalarles comida y cigarrillos, o poner fuego, después de sus juegos en el agua tiritan de frío. Colocar una jicarita con miel o pozol. Son golosinas que los pierden. Redituarán al ser que los atiende con cuidados hacia él, su familia y sus campos.

Sin duda una de las historias más controvertidas anudada a la misteriosa Xtabay es la de los aluxes, que según cuentan los ancianos, son los espíritus de los niños mayas muertos durante la conquista.

Pero la historia de los aluxes es más antigua. Se remota a la época prehispánica, pues los antiguos mayas ya contaban esas historias a sus hijos.

El verdadero sentido de los aluxes es tan simple como la mayoría de las leyendas prehispánicas. Los viejos centros ceremoniales mayas eran construidos de tal forma que se podía hablar desde el Templo Mayor y escuchar las voces hasta el extremo opuesto del patio principal.

Esto puede comprobarse en ciudades como Edzná donde el eco de las voces se puede escuchar por toda la Acrópolis.

A esto se debe la creencia de los aluxes, pues los mayas creían que las voces de los espíritus ayudaban a hablar a los gobernantes. En realidad lo que oían era el eco, pero al no encontrar una explicación científica para ello, suponían que los espíritus de los niños traviesos eran los que hablaban.

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